El adobe no es pobreza, es resilencia.
Por Diana Pastor
Por muchos años, el adobe ha sido utilizado en Guatemala como un material para la construcción de viviendas. Sin embargo, en las últimas décadas éste ha sido reemplazado por el bloque de concreto conocido comúnmente como “block”, dejando al adobe en segundo plano, catalogándolo como un material de riesgo para la construcción y asociándolo con la idea de “pobreza”. En San Marcos, por ejemplo, las razones de tal desprestigio, se deben en gran parte a los daños que han sufrido las viviendas de adobe a causa de los últimos terremotos ocurridos en 2012, 2014 y 2017, los cuales destruyeron viviendas que en su mayoría, estaban construidas con adobe.
Sin embargo, ¿en verdad tiene este material la culpa de los daños? Algunas personas, como el presidente Enrique Peña Nieto, creen que sí, ya que el año pasado, posterior al devastador terremoto en México afirmó: «Según los reportes de ingenieros militares y del área de protección civil del Estado, además de la fuerza del sismo, la caída de viviendas se debió sobre todo a que están hechas de adobe y tienen escasa cimentación”. Además, agregó: ‘‘hacemos un llamado a las empresas que han realizado importantes proyectos de construcción en el país, a solidarizarse y contribuir a la reconstrucción como solución a la afectación de las viviendas”.
Peña Nieto, no mencionó que muchos de los edificios destruidos estaban hechos de concreto, el cual es un material industrializado y ampliamente promocionado en la construcción de “grandes proyectos”. Tampoco dijo que gran parte de los daños fueron provocados no sólo por la falta de cimientos sino por la falta de supervisión en la construcción que dio paso a la utilización de malas técnicas constructivas. El diario The New York Times, señaló en un reportaje titulado El terremoto revela falta de rigor en la aplicación de normas de construcción en Ciudad de México, que un residencial de seis pisos cuya construcción apenas había terminado en el 2016 -un año antes del terremoto y cuyo costo había sido de unos 150,000 dólares- colapsó, dejando esparcidos restos de metal y concreto que evidenciaban la mala calidad del edificio y la evidente falta de inspección en la construcción.
El debate es entonces, cuestionar si el adobe es realmente inadecuado para la construcción o es que se ha estado utilizando de manera errónea. Sobre este tema, expertos discutieron en septiembre de 2017 en la ciudad de México durante el foro titulado “El adobe no es pobreza, es resiliencia” las ventajas de este material para la construcción de viviendas como alternativa económica, práctica, y respetable con el medio ambiente, así como sobre su importancia desde diversos enfoques.
Desde su valor económico
En términos económicos, el adobe es más asequible que otros materiales comúnmente utilizados en las construcciones de hoy en día (como el cemento). Un estudio de la CEPAL indicó que Centroamérica es una de las regiones con los precios más elevados para adquirir este material: una tonelada de cemento cuesta aproximadamente $77 en Guatemala mientras que en Estados Unidos tiene un precio de $75. En México, el precio es aún mayor, ya que asciende a $110. Lo absurdo, es que cada país cuenta con salarios mínimos distintos: en Guatemala es de $380 por mes, en México $141 y en Estados Unidos, (haciendo un aproximado debido a que no hay tarifa estándar por mes sino por hora) de $1125.
Además de la diferencia de precios, el valor de las interacciones económicas comunitarias que pueden surgir de la construcción de casas con adobe, es considerable. Alejandra Caballero, arquitecta exponente del foro El adobe no es pobreza, es resiliencia, mencionaba: “El tejido social de años anteriores, hacía posible una diversidad de interacciones económicas, donde unas personas fabricaban adobes, otras tejas, y otras prestaban sus servicios de construcción”. Si el sistema de construcción con adobe fuera promovido, la interacción económica de agentes locales podría generar desarrollo local, pues los productos y servicios serían adquiridos dentro de la misma comunidad, brindando empleo a la gente y utilizando materiales locales de bajo costo.
Desde su valor práctico y ecológico
Las propiedades de las casas adobe son conocidas porque brindan calor cuando hace frío y dan frescura cuando hace calor, lo cual ahorra recursos energéticos. Los adobes están hechos de barro, material base que se adquiere sin mucha dificultad; además su elaboración no es tan complicada, lo cual brinda la posibilidad de hacerlos de manera artesanal, a diferencia de los blocks que necesitan maquinaria especial. Las casas hechas con adobe son aislantes del ruido y respetuosas con el medio ambiente. En la actualidad, todavía hay personas que saben y dominan esta técnica constructiva, pero que, al ser persuadidas para construir con block, concreto u otro material más moderno, han abandonado el oficio, por lo que ya no hay muchos que transmitan este conocimiento a las nuevas generaciones.
Algunas de las personas propietarias de las casas de adobe, han hecho mezclas entre materiales. Se sabe que dentro de las viviendas de adobe destruidas a causa del terremoto de México había losas y refuerzos de concreto, o materiales expansivos que fueron perjudiciales para las casas. Caballeros mencionaba: “En muchas ocasiones, se mezcla cemento con tierra, y ahí se deforma y desprecia un sistema constructivo que ha funcionado por siglos. Al concreto, le falta mucho por demostrar, es un bebé dentro de la historia de la construcción”.
Desde su valor turístico
Pauline Décamps, de la posada Rural el Unicornio Azul, en la sierra de los Cuchumatanes, conoce muy bien no sólo la belleza de las casas construidas con adobe sino también su potencial turístico. Esta posada, ha sido organizadora de 2 concursos llamados: “Mi casa es orgullosamente guatemalteca”, la cual ha promovido el uso adobe en la construcción de viviendas y de otros materiales de la región. Su objetivo es hacer que la población pueda mejorar su vivienda sin desvalorizar su cultura ni perder su identidad, para que la arquitectura tradicional o vernácula genere además de un valor cultural, un potencial turístico.
Arturo Balandrano, coordinador de monumentos históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH) habló durante el foro acerca del valor turístico de las casas de adobe: “Deben establecerse políticas públicas y canales financieros para recuperar y promover esta sabiduría tradicional de construcción que permita desmentir la creencia de que la arquitectura vernácula es una idea romántica, para que las personas sigan viviendo en casitas de adobe y tejas, y que sigan siendo pobres. Al contrario, se trata de aprovechar la arquitectura de manera inteligente y útil para brindar vivienda a las familias que lo necesitan, y al mismo tiempo reconocer su valor cultural, económico y turístico”.
Desde su valor cultural y educativo
Para darle valor a la arquitectura de casas de adobe, es necesario investigarla, conocerla y sistematizar los conocimientos existentes, además de catalogarlos. Por ejemplo, el INAH ya considera a las casas construidas con adobe y bajareque, parte del patrimonio cultural mexicano y parte de la identidad cultural de las comunidades, por lo que su pérdida representa por ende un deterioro de la riqueza cultural nacional. Balandrano comentaba : “Al perder la casa, se pierde el patrimonio cultural, se pierde la casa de los abuelos, la manera en que se aprendió la cocina tradicional o las fiestas, porque la casa tiene un significado profundo, una raíz cultural”. Cuando las viviendas de adobe envejecen o sufren daños por un sismo, al demolerlas se demuele el patrimonio, junto a la historia de la familia.
Además del valor cultural, la construcción de adobe tiene un valor educativo. Es importante que exista la posibilidad de replantear la enseñanza de la arquitectura desde las universidades. Comúnmente, lo moderno es lo más popular, y por ello en países como Guatemala, los ingenieros y arquitectos no conocen mucho acerca de la construcción con adobe, pues quienes tienen dinero para contratarlos normalmente construyen sus viviendas con otros materiales, lo que hace que ésta técnica no sea rentable. Por eso, es necesario re configurar los contenidos de estudio y darles un enfoque social para dar respuesta al problema de la vivienda, especialmente desde las universidades públicas.
¿Qué queda por hacer?
Caballero atribuye el fracaso de las casas de adobe al escaso dominio de técnicas, y a la inexistencia de documentos o registros en donde se explique la antigua elaboración de adobes. Además de eso, señalaba que existen muchos criterios sobre cómo se debe o no construir con adobe, por lo que hace falta más investigación, clasificación y unificación de conocimientos, además de mano de obra calificada, desde los ingenieros y arquitectos hasta maestros de obra y albañiles. Por eso, ella recalcaba: “Es importante ir al campo y preguntarle a la gente cuál es la evaluación de sus casas, qué es lo que falta, cómo se han conservado las viviendas que hoy en día siguen en pie y cuáles son las razones por las cuales esto ha pasado. Hay que desaprender un poco lo que se ha aprendido en la construcción con tierra”.
La arquitectura con adobe, no es una moda, sino una forma de construcción que merece ser rescatada y protegida, sobre todo en países como el nuestro con una población que crece aceleradamente y que necesita y seguirá necesitando soluciones habitacionales prácticas, económicas y al alcance. Es necesario entender que el adobe no ha sobrevivido en vano por tantos años, y, tal y como lo decía Caballero “la construcción con adobe debe ser revalorizada desde todos los estratos de la sociedad” y debe ser apreciada desde los niños hasta los abuelos, entre los campesinos y los profesionales universitarios en la construcción, entendiendo que el adobe no es símbolo de pobreza, sino de resiliencia.
Diana Pastor
Editora de la Revista Entremundos
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