Los Obstáculos y Retos de la Participación Política de las Mujeres en Guatemala
Por: María Recinos y Diana Pastor
Según datos del Registro Nacional de las Personas en Guatemala RENAP en el año 2018, de los 19 millones 658 mil 562 habitantes en Guatemala, el 49.94% lo representaban las mujeres. Esta cifra, es contrastante con la participación de las mismas en cargos públicos a nivel nacional, regional y local durante el actual proceso electoral, y es aún más contrastante con el número de mujeres que ya ocupa dichos puestos. Tan sólo hay que revisar el historial político del país para darse cuenta de la situación: desde la fundación de Guatemala como República en 1847 y la apertura de la elección de presidente, nunca se ha contado con una mujer en dicho puesto. Los hombres superan con creces a las mujeres en el Congreso de la República (el 20% de curules son ocupados por mujeres) y las alcaldesas en todo el país, actualmente «se pueden contar con los dedos de ambas manos».
La libertad para que las mujeres se involucren en procesos electorales es algo relativamente nuevo. Con el fin del Conflicto Armado Interno, la mayoría de las organizaciones sociales, (incluidas las organizaciones de mujeres), enfocaron todos sus esfuerzos hacia el impulso de la agenda de la paz y la lucha por la inclusión y el reconocimiento de los derechos humanos, como condición que propiciaría el ejercicio de la ciudadanía. El derecho al voto ya había sido declarado en la Constitución Política de la República de Guatemala muchos años antes en 1965, pero tendrían que pasar veinte años para que en la Constitución se alcanzara el derecho universal a la ciudadanía, tanto para hombres como para mujeres. Previo a ello, las mujeres estaban excluidas de la vida ciudadana y por ende de todo tipo de participación en procesos políticos.
Hoy, vale la pena hacer la pregunta: ¿cuáles han sido los avances de la participación política de la mujer en estos procesos en Guatemala? Evidentemente, la situación es precaria y enfrenta desafíos particulares, propios de la cultura guatemalteca enmarcada en el patriarcado. En el contexto electoral, no se aborda abiertamente el tema, pues los problemas estructurales del sistema político enfrentan actualmente una crisis profunda que conlleva una reducción de espacios políticos, en el panorama no permite que las mujeres puedan incidir y avanzar en propuestas para luchar por sus derechos y lograr el bienestar de las mismas.
Virginia Oroxom, mujer lideresa en Quetzaltenango, indica: «Una de las limitantes es que el machismo, aún persiste en nuestra sociedad y se manifiesta en el poco apoyo de la familia hacia la participación de la mujer aunado al poco acceso de educación”. Las mujeres se encuentran con diversos obstáculos; uno de ellos es la falta de confianza en sí mismas para participar en actividades políticas, incluyendo su postulación a puestos políticos. Las mujeres participan frecuentemente cuando han alcanzado posiciones de liderazgo en donde se caracterizan por ser mujeres empoderadas, capacitadas y con experiencia en el ámbito de involucrarse en los espacios donde se puede tomar decisiones en beneficios de las mujeres, pero son pocas las que alcanzan niveles de participación como éstos.
Sin embargo, aún para las mujeres que cuentan con un proceso de participación más desarrollado, también existen dificultades. Como bien refiere Juana Chic Castro, lideresa de la Red de Mujeres de Santa María Chiquimula Totonicapán: “Varias de mis compañeras y yo hemos tenido la oportunidad de estar en formación y en capacitaciones, y nuestro rol como lideresas ha ayudado a que la comunidad tenga presencia en ciertos espacios”. No obstante, las autoridades no las toman en cuenta porque no son conscientes del papel que puede jugar una mujer dentro de un proceso electoral.
Elvia Choxom es integrante de la Unión de Trabajadores Quetzaltecos (UTQ), en Quetzaltenango, y coincide con Castro. “Nosotras como lideresas estamos empoderadas políticamente, sin embargo, no estamos inmersas en procesos electorales ni nos integramos a estos espacios, aunque contamos con una base fundamental para estar inmersas o formar parte de una planilla electoral; tenemos experiencia y trayectoria en grupos de mujeres porque conocemos las necesidades de nuestra comunidad, la cual permitirían participar a otro nivel político. Muchas de las autoridades que nos están representando no conocen lo que necesitamos y creo que nosotros como pueblo deberíamos exigir a una persona que sea representante del pueblo, que sea conocida por el trabajo que ha realizado en las comunidades, en general, son varias las mujeres que le tienen desconfianza a la política, y es por ello que se les excluye de participar y no se les toma en cuenta en la toma de decisiones», afirma ella.
Es importante mencionar que a los factores anteriores se suman otro tipo de desventajas contra las mujeres que participan en procesos electorales, siendo frecuentes las agresiones a la vida personal de las mismas. Por ejemplo, durante este proceso electoral actual, a una de las ex candidatas a la presidencia se le recriminó con frecuencia «su pasado en cuanto a sus múltiples matrimonios» y de otra candidata se ha comentado en numerosas ocasiones «el ser fea», como si éstos fuesen argumentos válidos para rebatir sus capacidades para ser mandatarias de Guatemala.
Otro caso que puede mencionarse es el de una candidata a la alcaldía de un municipio en Guatemala, de quien se distribuyó material personal y privado en redes sociales. Este tipo de agresiones que van directo hacia la integridad de las mujeres, desalientan a muchas de participar, prefiriendo no exponerse ante lo público. Ciertamente es difícil regular los críticas hacia las mujeres que participan en política, sobre todo en esta era de explosión de redes sociales, aunque esta tendencia a denigrarlas por su condición de ser mujer puede traer consecuencias más graves, como en el caso de la concejala Juana Quispe en Bolivia, quien recibió agresiones y amenazas por ejercer su cargo, y posteriormente fue asesinada en el 2012.
Si a todo lo anterior, agregamos que las mujeres juegan múltiples roles en la sociedad, nos encontramos con una participación femenina muy vulnerable. No obstante, no todo es negativo: cada vez más mujeres acuden a votar a las urnas y muchas de ellas participan en las juntas electorales o receptoras de votos, observadoras electorales, lo cual es bastante alentador. Sin embargo, las mujeres aún tienen enormes retos que enfrentar para participar, ejercer sus derechos y velar porque éstos sean respetados ya sea a nivel local o nacional. La participación de la mujer promueve una cultura equitativa e incluyente para contribuir y mejorar sus condiciones de vida; por lo que, para tener una participación activa es necesario que las mismas trabajen en conjunto y pongan en práctica sus conocimientos para tener un papel dentro del proceso de construcción para el desarrollo.
Foto de portada: Mujeres esperando en la cola para votar, en el departamento de Quiché. Foto: M Taft Morales, USAID Guatemala, 2007.