Fortalecimiento de la sociedad civil organizada en Guatemala
Por Yessica Pastor
El surgimiento de muchas organizaciones sin fines de lucro en Guatemala responde en gran medida a la búsqueda de alternativas para cubrir servicios básicos que el Estado no ha sido capaz de cumplir. Como bien ha sido comentado en otros momentos y espacios, la firma de los Acuerdos de Paz en el año de 1996, marcó un hito en la historia de Guatemala y en la evolución de sus procesos de desarrollo económicos y sociales, lo cual contribuyó al florecimiento de la sociedad civil organizada en el país.
Aunque el reconocimiento de organizaciones no gubernamentales en América Latina, data desde los años de la posguerra en 1946, los inicios para Guatemala se anotan en los años 70’s. Sin embargo, es justo después de los acuerdos de paz que la sociedad civil guatemalteca, organizada a través de ONG, asociaciones, grupos de base, cooperativas y otros, empiezan a impulsar con más fuerza la participación ciudadana, la defensa de la democracia y de los derechos humanos, y el desarrollo comunitario.
Desde entonces, a pesar de que esta sociedad civil organizada (movida en muchos casos, solo por la misma voluntad humana), ha buscado hacer cambios positivos en la sociedad guatemalteca, muchas de estas entidades han encontrado dificultades que van más allá de la constancia o la motivación de sus integrantes. Una de estas carencias ha sido la falta de acceso a procesos de fortalecimiento interno, pues a menudo las organizaciones se han centrado en mejorar las condiciones de vida de las poblaciones a las que sirve, descuidando las propias necesidades institucionales, lo cual vulnera su capacidad e incluso su sostenibilidad.
De ahí el surgimiento de EntreMundos en el año 2001, cuyo objetivo en particular ha sido el consolidar el trabajo de estas organizaciones y colectivos, partiendo de reforzar sus capacidades y competencias y hacer visibles sus luchas. Al igual que hace 20 años, estamos convencidos de que la sociedad civil organizada reúne una pluralidad de actores y líderes que no solo requieren ser fortalecidos sino también motivados y defendidos, sobre todo en un país como Guatemala en donde los poderes fácticos gobiernan con total libertad, beneficiando solo a unos cuantos.
Hoy, que sumamos dos décadas de trabajo, podemos decir que hemos visto crecer y evolucionar la labor de las organizaciones civiles comunitarias y las hemos visto afrontar y resistir diferentes retos sociales, políticos y económicos. Durante 20 años, hemos tenido la dicha de acompañar a muchas organizaciones, algunas de ellas han crecido y se han desarrollado, ampliando su alcance de manera considerable. Esto nos entusiasma y nos llena de satisfacción pues el saber que hemos contribuido a la mejora de estas organizaciones y al trabajo que realizan en la transformación social nos llena de satisfacción.
El contexto de Guatemala ha cambiado en veinte años, pero también estamos conscientes de que existen muchos aspectos y circunstancias que continúan perpetuándose. Las injusticias y precariedades sociales continúan golpeando el país y por lo tanto, el trabajo de las organizaciones sociales continúa siendo indispensable, pues es indiscutible que estos actores sociales son claves para la autogestión de las comunidades y los pueblos.
Por eso, sostenemos nuestra premisa sobre la importancia de fortalecer a estos grupos, para que juntos continuemos trabajando por el bienestar social común. Por nuestra parte, confiamos en seguir promoviendo el desarrollo de capacidades, la interacción entre actores, el aprovechamiento óptimo de los recursos y la generación de conciencia. Esperamos que todo aquel que quiera sumarse a esta lucha nos acompañe en ese camino.