Tras la lluvia: Migración
“Vamos en silencio por los caminos húmedos de la vida
la hierba de la esperanza nos saluda entre la noche y sus sombras
nuestras huellas se abrazan a la tierra y el granizo canta
entre las hojas del árbol
somos el fuego de estrellas que se desprenden de la bóveda azul
sembrando agua en los lugares desiertos
Espíritu de Pájaro
Fredy Chicangana – Poeta Colombiano
Cada año más de 1 millón 500 mil ñus recorren las planicies del Serengueti en Tanzania hasta el Norte de Kenia en el movimiento de animales más extenso que conoce el planeta. Acompañados de cebras y gacelas, estos herbívoros galopan al norte en busca de los grandes pastizales. Ballenas, cangrejos, luciérnagas, langostas, aves, mariposas, y otras 10 mil especies de animales, se desplazan cíclicamente buscando climas benignos propicios para la reproducción, en los que encuentran alimento y sobre todo, la sobrevivencia. Muy similar a los movimientos humanos.
Según la ONU, para el año 2050 el 70 % de la población vivirá en zonas urbanas. Quizá por ello, y siendo cada vez más sedentarios, nos resulta mágico ver animales recorrer grandes distancias en manada. Sin embargo, parece como si la magia que encontramos en los animales no existiera en los movimientos humanos. En el año 2015, el número de personas que trataba de ponerse a salvo en Europa fue tan alto que sólo ha sido superado por el éxodo que causó la Segunda Guerra Mundial. La cifra de desplazamientos forzados este mismo año superó los 60 millones de personas por primera vez en la historia de la humanidad. La pobreza, la falta de empleo, las guerras, el cambio climático y violaciones masivas de derechos humanos, son las causas de una migración forzosa que se recibe en países en su mayoría desarrollados, con un fuerte grado de indiferencia y rechazo violento: ataques a centros de migrantes, legislaciones duras, el fortalecimiento de movimientos fascistas con promesas de eliminación de toda diferencia empezando por la racial, y el levantamiento de muros, que ya suman más de 70 en el mundo y que son similares a “Tortilla Curtain”, que separa EEUU y México.
Como suele ocurrir en todo, en medio de la crisis emergen los gestos amorosos, pues hay quienes entienden el movimiento como parte esencial de la naturaleza, recordando que cazadores y recolectores fuimos poblando el planeta a lo largo de millones de años antes de hacernos sedentarios. También reconocen que actualmente, más de 40 millones de personas siguen siendo nómadas y sobre todo, que nómadas o sedentarios, como dice Fredy Chicangana, “viajamos como cantos de la madre tierra, susurros que vienen de bosques lejanos, palabras esquivas que buscan ser gota en el corazón humano”, y saben que, como los ñus de la llanura infinita, nos lanzamos a la vida impulsados por la belleza que intuimos con fuerza, muy a pesar de los muros y los depredadores. Es por ello que protegen el camino, porque saben que tanto para los animales como para los humanos la migración se ha convertido en un viaje lleno de peligros.
Juanita Rojas. Historiadora con Maestría en Desarrollo y Cooperación Internacional. Es colombiana y desde hace cinco años vive en Guatemala. Lleva más de 7 años trabajando en proyectos de desarrollo con migrantes, mujeres, familias y jóvenes. Actualmente trabaja en Helvetas.
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