Nosotras somos la verdad: la voz y el camino de las mujeres achí
En Rabinal las mujeres empezaron a hablar sobre lo que pasó con sus cuerpos. Recordar la guerra no es cosa sencilla, pues el dolor de lo que les fue arrebatado no solo se limita a presenciar la muerte o desaparición de sus comunidades y de sus seres queridos; la guerra pasó por ellas, siendo algunas madres y otras jóvenes o niñas.
Durante 1982 y 1983 las mujeres Achí vivieron en sus cuerpos los embates de la guerra interna, la violencia sexual y la esclavitud doméstica. Sus testimonios nos cuentan los vejámenes por parte del ejército de Guatemala y de los patrulleros de autodefensa civil, a los que tuvieron que sobrevivir. Muchos de estos patrulleros son vecinos o conocidos de comunidades cercanas o pobladores de sus mismas comunidades.
En el año 2011, decidieron romper el silencio y presentar una denuncia frente al Ministerio Público, MP; 36 mujeres denunciaron la violencia que habían vivido. Cuando se presentó la denuncia al MP no se esperaba que fuera un largo proceso; no obstante, esta entidad tardó 7 años para presentar el caso ante los tribunales. De las 36 mujeres, el MP presentó las acusaciones de cinco de ellas, persiguiendo solamente a expatrulleros de autodefensa civil y dejando fuera a militares y comisionados.
Desde ahí, la búsqueda de justicia de las mujeres ha sido un largo camino. El 30 de noviembre de 2016 la Corte interamericana de Derechos humanos resolvió que el Estado de Guatemala debía remover los obstáculos que mantenían la impunidad en este caso y se solicitó reabrir las investigaciones de los actos de genocidio contra el pueblo Maya Achí para sancionar a los responsables de las violaciones a los derechos humanos.
Las mujeres achí llevaban más de 40 años en la búsqueda de justicia. Se encontraron con diversos obstáculos que tienen que ver con la impunidad, como el racismo y machismo que impera en el país, en las estructuras del Estado y en los entes de justicia. Un ejemplo de ello fueron las acciones de la Juez Claudette Domínguez quien dejó en libertad a los acusados y dejó sin valor los testimonios de las mujeres. Por otro lado, se encontraron con la revictimización en el 2018. El caso fue cerrado en el 2019 desligando a tres patrulleros: Pedro Sánchez Cortez, Simeón Enríquez Gómez y Félix Tum Ramírez.
Fue entonces que el bufete jurídico popular de Rabinal y las abogadas Lucía Xiloj, Maya K’iché, Haydeé Valey y Gloria Reyes Xitumul, Mayas Achí, junto a las 36 mujeres denunciantes siguieron luchando para conseguir justicia, logrando que el caso lo conociera el juez Miguel Ángel Gálvez, quien resolvió llevar a juicio a estos ex patrulleros por los delitos contra los deberes de humanidad en su forma de violencia sexual y esclavitud sexual y doméstica.
A pesar de todos los obstáculos, se logró aperturar el juicio el 5 de enero de 2022. Los testimonios claves de 5 de las 36 mujeres, Margarita Alvarado Enríquez y Marcela Alvarado Enríquez, Inocenta Alvarado Enríquez, Estefana Alvarado Sic y Pedrina López de Paz fueron elementales durante el juicio. Se presentaron peritajes y testimonios de familiares y de otras mujeres que narraron lo sucedido en las comunidades y lo que ocurrió en sus cuerpos y vidas.
Fue el Tribunal de Mayor Riesgo A, presidido por Yassmín Barrios, que le dio seguimiento y sentencia a este proceso. Al dar testimonio, las testigos revivieron lo sucedido, dejando notar el dolor en sus ojos, pero también el deseo de justicia. Las largas audiencias que empezaban desde las 8 de la mañana eran presenciadas por las 31 mujeres que acuerpaban a las 5 voceras de lo que a todas les tocó vivir a manos de las patrullas y el ejército de Guatemala.
Cansancio, silencio, lágrimas, a veces angustia y llanto fue lo que expresaban las mujeres al escuchar nuevamente los testimonios.
“Llegaron me violaron, me taparon la boca me dieron patadas y manadas, estrujaron mi estómago yo estaba embarazada…todos los patrulleros pasaron sobre mí…sufrí en manos de esa gente” expresó una de las denunciantes.
La sala de audiencia se quedó en silencio luego de escuchar lo ocurrido. A través de una pantalla, los acusados escuchaban los actos que habían cometido; sin embargo, ninguno de ellos quiso hablar ante el Tribunal. Tan sólo esbozaba algunas palabras aduciendo que ellos, Benvenuto Ruíz Aquino, Bernardo Ruíz Aquino, Damián Cuxum Alvarado, Gabriel Cuxum Alvarado y Francisco Cuxum Alvarado, eran inocentes.
Aunque estos hombres habían violado a las mujeres, durante años y antes de iniciar el proceso ellas tenían que toparse con ellos en sus comunidades. El temor era latente, no sólo sentían miedo de sus agresores sino de los familiares de los mismos. A pesar de ello, las mujeres presenciaban las audiencias con atención, a veces llorando de indignación ante los alegatos de la defensa que trataba de desestimar sus testimonios.
Pedrina López quien era una de las testigos más jóvenes, narró lo sucedido cuando abusaron de ella la noche del 20 de agosto de 1984 en su casa.
“Esos dos me violaron cuando yo tenía 12 años…Benvenuto y Bernardo Ruiz Aquino me violaron por dos horas frente a mis hermanos; me robaron mi niñez y se llevaron a mis padres”.
Luego de testificar, Doña Pedrina lloró junto a su hermano y su tía quienes también testificaron en el juicio.
“Benvenuto se encaramó en mi mamá, arrancó su collar rojo y después, ella salió y dijo: adiós hijo, cuide a sus hermanos. No volvió a regresar. Don Benvenuto agarró a mi hermana, la tiró en la cama y la violaron, mientras ella lloraba”.
Según los peritajes realizados por la Dra. Aura Cumes y otras peritas como la Dra. Irma Alicia Nimatuj, entre el 94% de las violaciones sexuales que vivieron las mujeres Maya Achí fueron violaciones colectivas (siendo entre 2 a 20 violadores quienes las agredieron). La víctima más joven tenía 12 años, las agresiones que se narraron iban desde la tortura hasta la esclavitud doméstica, haciéndolas trabajar en el destacamento que se instaló en la comunidad de Chocoj, en Rabinal, en donde eran obligadas a alimentar a los patrulleros y soldados. El lugar fue utilizado también como sitio de tortura para otras víctimas.
Uno de los testigos que fue retenido en el destacamento testificó lo siguiente:
“En el destacamento, a hombres y mujeres nos violaban, nos pateaban nos cortaban…ahí escuché cómo los soldados se reían porque decían que todos iban a probar, y nos violaban”
Durante el juicio se logró concluir y dar prueba que las patrullas fueron creadas por el ejército de Guatemala y en el caso de Rabinal, había comunidades de patrulleros de confianza. A éstos se les entregaba armas por parte del ejército de Guatemala, comprobando que la violencia sexual se cometió como un crimen de guerra y lesa humanidad, no siendo esta un daño colateral sino una política, ya que las patrullas eran agentes del Estado, por lo que se le asignó responsabilidad directa con respecto a la violencia contra las mujeres.
Queremos justicia
El juicio duró alrededor de 3 semanas. No fue hasta el 24 de enero de 2022 en donde el Tribunal de Mayor Riesgo A dio una sentencia. Mientras dicha sentencia era dictada, las mujeres se encontraban entre la incertidumbre y esperanza de finalmente encontrar el camino justicia para las 36 víctimas sobrevivientes.
“Nosotras somos la verdad, porque esto está en nuestros corazones, lo que queremos es justicia, luego de dar mi testimonio estoy bien porque yo soy la verdad, estamos aquí, el grupo, porque nosotros sufrimos y lo que sufrí en mi caso es la verdad y lo que dije ante el tribunal fue verdad…los que ya están mencionados son los que hicieron los errores, con nosotras, en nuestros cuerpos” Pedrina López de Paz.
Doña Pedrina y Margarita pasaron a dar sus palabras y pedir justicia frente al Tribunal previo a la sentencia. Ellas eran la voz de las 36 mujeres, y pedían sentencia no solo para las 5 mujeres que lograron presentar sus denuncias sino para todas las mujeres Achí que vivieron violencia sexual y otros vejámenes.
El Tribunal de Mayor Riesgo A dictó sentencia condenando a Bernardo y Benvenuto Ruiz Aquino a 30 años inconmutables de cárcel por la violencia sexual ejercida contra Pedrina López. Damián Cuxum Alvarado, Gabriel Cuxum Alvarado y Francisco Cuxum Alvarado fueron sentenciados a 30 años por violencia sexual y esclavitud. Estos delitos se enmarcaron en el delito de lesa humanidad.
Durante este proceso de años de búsqueda de justicia, dos de las 36 mujeres fallecieron sin poder ver cumplida alguna sentencia. Sin embargo, eso no detuvo su lucha, pues sus testimonios siguen presentes y por segunda vez en la historia del país se reconoce y se lleva el proceso de juzgar la violencia sexual, demostrando que esta fue usada como arma y política dentro de la guerra interna en Guatemala por parte del ejército.
La búsqueda por el reconocimiento de la violencia sexual como una estrategia genocida y un arma de guerra empezó a mostrarse en la lucha de las mujeres Ixiles en el juicio por genocidio, así como también con las mujeres Q´eqchís en el Caso Sepur Zarco y ahora en el caso de las 36 mujeres maya Achí que dignamente se han mantenido al frente de la lucha por la justicia. “La sentencia es el inicio del camino” expresaban.
“Nosotras queremos justicia, ya no queremos engaños, queremos que se cumpla lo que dijeron ahí, porque no es justo lo que nos hicieron, las violaciones, las desapariciones, que cumplan, ahorita hay justicia y es lo que queremos”. “Nosotras no queremos que se juzgue solo lo de una aldea, sino que se cumpla lo de otras aldeas, y que se cumpla con las viudas, huérfanas, con las ancianas, queremos que se haga justicia para toda Baja Verapaz”, fueron los estimonios de Pedrina López y Maxima Emilina García.
La sentencia fue entregada y las medidas de reparación fueron dadas por el Tribunal el 27 de febrero, en donde se logró pedir que el Estado de Guatemala reconociera su implicación en las violaciones cometidas por los patrulleros y el ejército de Guatemala. En total, 19 medidas de reparación fueron dictadas para la reparación digna de las mujeres.
Es importante mencionar el acompañamiento de organizaciones como Lagun Artean y la Agencia Vasca de Cooperación como parte del seguimiento para apoyar la labor periodística y dar a conocer la lucha por la justicia de las mujeres en Guatemala. Mucho han recorrido las mujeres Achí, el camino sigue y en ese caminar la ternura y el amor entre ellas junto a sus abogadas, ha sido evidente en el proceso, lo que muestra la fuerza de estas valientes mujeres.