Lain ut laat, laat ut lain. Sanando tú, sano yo; sanando yo, sanas tú
Conversatorio con Lorena Cabnal y Alex Vásquez, integrantes de TZK’AT, Red de Sanadoras Ancestrales del Feminismo Comunitario Territorial desde Iximulew
Por: Patricia Macías
Un 12 de octubre de 2015 se hace pública la red Tzk’at, Red de Sanadoras Ancestrales del Feminismo Comunitario Territorial desde Iximulew Guatemala. Esta red, nace del acuerdo amoroso de sus integrantes por acuerparse y acompañarse ante las diferentes formas de violencia que impactan los cuerpos y las vidas de las mujeres indígenas: femicidio, violencia sexual o extractivismo y violencia territorial. Violencias históricas, ejercidas por un sistema económico, político y social patriarcal, colonial, racista y neoliberal que trasciende, no sólo en la vida pública de las defensoras, sino que también en la vida privada de éstas, dentro de sus comunidades y organizaciones, donde enfrentan machismo, violencias y estigmatización.
Lorena Cabnal, maya q’eqchi’ y xinka, madre, sanadora ancestral, feminista comunitaria territorial e integrante de la red explica: “Somos mujeres que venimos de la historia de defensa territorial, con historias de criminalización, judicialización, persecución política, amenazas de muerte, órdenes de captura, de vivir estados de sitio, atentados… ese 12 de octubre estamos en situación de resguardo, no estábamos en las calles caminando, denunciado, y empezamos a llorar y a sentir que es importante agarrar fuerzas entre nosotras y a comprender que también nosotras tenemos una riqueza y una fuerza muy grande que es la sabiduría de nuestras ancestras. Y por eso nos llamamos sanadoras porque empezamos a hablar profundamente de que ya no podemos hacer únicamente la lucha y la resistencia sino que también traemos la intención por recuperarnos este cuerpo, para que este cuerpo este alentado y tenga fuerzas para luchar, sanar y vivir en dignidad”.
Yo he logrado abrazar la apuesta del feminismo comunitario territorial porque trae uno de los elementos de cosmogonía que es la pluralidad, nosotras no vivimos una emancipación de hombres y mujeres porque reconocemos que el ser mujer también es una construcción
Alex Vásquez, maya q’eqchi’, sanadora ancestral y también integrante de la red agrega: “Hablando en primera persona política, desde una corporalidad plural, intersexual, yo he logrado abrazar la apuesta del feminismo comunitario territorial porque trae uno de los elementos de cosmogonía que es la pluralidad, nosotras no vivimos una emancipación de hombres y mujeres porque reconocemos que el ser mujer también es una construcción, una asignación sobre un cuerpo; y nombramos en mujer para denunciar todas esas enajenaciones que el capitalismo, el patriarcado y otras fuentes de poder hacen sobre nuestro cuerpo, al mismo tiempo que nos emancipamos desde la pluralidad de nuestra existencia”.
El modelo extractivista colonial basado en el acaparamiento de tierra rige la economía y la política del Estado de Guatemala, que a través de proyectos trasnacionales de minería, hidroeléctricas, o monocultivos despoja a la población indígena de sus tierras y bienes naturales. Esta realidad histórica sigue atravesando la vida de las comunidades a través del empobrecimiento y la acuciante conflictividad social. En este escenario, la defensa del territorio y los bienes naturales representan una actividad de alto riesgo, que junto a los índices de asesinato, encarcelamiento y persecución aumentan con total impunidad. En este contexto de resistencia y defensa de la vida, los feminismo comunitarios territoriales enmarcan la lucha de las mujeres indígenas en sus territorios ancestrales.
Defendemos la montaña pero, ¿y los cuerpos de las niñas y las mujeres? ¿por qué no se tiene ese celo? ¿por qué no se defiende a las niñas violentadas?
Lorena explica nuevamente: “En 2007 cuando la lucha estaba fuerte frente a las 31 licencias mineras otorgadas en las montañas de Xalapán, por primera vez también vamos a relacionar defensa de mi territorio-cuerpo y mi territorio-tierra, existe una relación de vida, no podemos ver el cuerpo por un lado y la tierra por otro. Defendemos la montaña pero, ¿y los cuerpos de las niñas y las mujeres? ¿por qué no se tiene ese celo? ¿por qué no se defiende a las niñas violentadas? (…) Así comenzamos a hablar desde este feminismo comunitario sobre mi cuerpo como mi primer territorio de defensa.
Se asume el cuerpo como territorio en disputa, pero también como espacio para la recuperación de la vida, no podemos hablar únicamente de cuerpos emancipados, libres o autónomos si no hablamos también de tierra libre, emancipada y autónoma para la vida
La minería, por ejemplo, es una relación de poder super machista contra la tierra, así como los cuerpos de las mujeres podemos vivir violencia sexual, la tierra también vive esa violencia territorial, cuando entran las máquinas a romper la tierra, la penetran, es una penetración violenta, neoliberal y es lo mismo que también nos sucede a nosotras como mujeres. Se asume el cuerpo como territorio en disputa, pero también como espacio para la recuperación de la vida, no podemos hablar únicamente de cuerpos emancipados, libres o autónomos si no hablamos también de tierra libre, emancipada y autónoma para la vida.
Tenemos la memoria de dolor pero tenemos también una memoria de fortaleza, que viene de nuestras abuelas
Ante todos estos tipos de violencia, las integrantes de la red de sanadoras se acuerpan con las compañeras en las comunidades o en los espacios de acompañamiento que abren para las defensoras, se reúnen, sienten y comparten juntas. Para Alex el proceso de sanación política “es un proceso que se hace para toda la vida, es una decisión, una cotidianeidad que se teje. Han dejado una huella en tu cuerpo hasta que termine tu hilo en la tierra, pero es posible sostenerse con la memoria ancestral. Tenemos la memoria de dolor pero tenemos también una memoria de fortaleza, que viene de nuestras abuelas”.
El río en su pluralidad es un integrante activo de la comunidad, y por eso es que para nosotras hablar de la sanación de las memorias, es sanar las memorias de dolor en nuestros cuerpos y las memorias de dolor de la tierra
Lorena continúa reflexionando y se pregunta: “¿De dónde viene nuestra fuerza? Nuestra fuerza viene de la montaña y por eso la defendemos, la fuerza viene del río Cahabón que por eso se defiende, porque el río no solo te da el agua para beber, para lavar la ropa, para bañarte o pescar (…) el río en su pluralidad es un integrante activo de la comunidad, y por eso es que para nosotras hablar de la sanación de las memorias, es sanar las memorias de dolor en nuestros cuerpos y las memorias de dolor de la tierra, del río, de la montaña, por eso es que decimos en maya q’eqchi’: lain ut laat, laat un lain, tú soy yo y yo soy tú (…)por eso nosotras hablamos de sanar con la energía vital de la naturaleza, los centros ceremoniales, los baños, los masajes, los afectos, las relaciones de ternura entre nosotras, todo esto como nosotras decimos: a través de la sanación como camino cósmico político.”
El trabajo de la red en las comunidades busca, además del acuerpamiento y la sanación, realizar acciones comunitarias que fortalezcan y contribuyan a la vida en armonía y a la reflexión desde su propia cosmogonía. “En nuestros territorios, en nuestras comunidades, nosotras sabemos quienes son los violadores, sabemos quienes son las juezas y jueces corruptos que dentro del Estado-Nación colonial no nos aseguran nuestros procesos de denuncia; eso es cotidiano, es un dolor que se vive a diario, y es ahí donde nosotras nos acuerpamos a sentir ese duelo político y a que la gente despierte y nosotras despertemos, porque es algo que pasa todos los días, desde que tú le dices a tu mamá o a tu papá que hay un tío que te está tocando y no te creen. Eso también es responsabilidad del Estado, porque está formado por hombres machistas, y está creado con intención de enajenar nuestras existencias.
Cuando vamos a la plaza, vamos a denunciar públicamente, a denunciar popularmente, no a revictimizar. (…)Fueron calcinadas por cotidianidades machistas
Este Estado patriarcal, racista, capitalista y neoliberal es el responsable de que el 8 de marzo de 2017, 41 niñas murieran calcinadas en el hogar seguro Virgen de la Asunción. Fue un femicidio estatal, estaban encerradas sin auxilio oficial, cuando denunciaban la violencia sexual y física que sufrían dentro del centro bajo tutela del Estado guatemalteco. A dos años de su femicidio la Red de Sanadoras, junto con otras feministas autónomas y algunas organizaciones feministas en Guatemala, continúan acuerpando espiritualmente en sus ceremonias a las familias y niñas que sobrevivieron, en la plaza y conmemorando su memoria en dignidad el 8 de cada mes. Cuando vamos a la plaza, vamos a denunciar públicamente, a denunciar popularmente, no a revictimizar. (…)Fueron calcinadas por cotidianidades machistas”.
En la Red Tzk’at, “Vamos trayendo las reflexiones amorosamente, nos gusta hablar de interpelaciones amorosas en la comunidad, cuando se han roto las relaciones de vida, para traer otras dimensiones de conciencia. En nuestras ceremonias invocamos a nuestras ancestras, ancestres y aquellos ancestros que nunca tocaron o violentaron el cuerpo de una niña, de las mujeres o de los cuerpos plurales, a estas ancestralidades es a quienes ofrendamos porque son nuestros aliados espirituales contra el machismo que pervive en la comunidad y para que también otros hombres empiecen a sentirse interpelados en como fue cortada esa relación espiritual de armonización de la vida en la comunidad”.
“No solo defendemos el agua para las mujeres, se defiende para la vida en su pluralidad”.
Foto de portada: Juan José Jaramillo. Fuerza latina. Ceremonia en la Plaza de las niñas 8 de marzo, Iximmulew Guatemala, 6 de septiembre de 2019, día Tz’i’ de la justicia.