Comadronas
Emily Ellis
‘Cuando era joven tuve un sueño sobre bebés jugando en el agua’, dijo María Feliciana Chojolan López, posando sus manos relajadamente sobre su falda de lana. ‘Supe que Dios me
decía que debía hacer con mi vida. Era mi destino.’
María es matrona en Cantel desde hace más de 20 años, y nunca ha perdido a una madre o a un bebé durante una complicación de parto. Un récord del que cualquier doctor licenciado podría estar orgulloso, pero realmente impresionante si tienes en cuenta que María no tiene
ningún tipo de formación profesional técnica en medicina y normalmente trabaja sola, sin más herramientas que plantas medicinales y agua caliente.
Aunque normalmente identificamos a las mujeres más poderosas por su éxito en campos dominados por los hombres, algunas de las más talentosas, fuertes y generosas se ocupan de unas de las profesiones más femeninas. El papel de las comadronas es particularmente
importante en Guatemala, ya que la mayoría de los nacimientos ocurren fuera del hospital. Esto se debe en parte a las grandes distancias que existen entre pueblos y ciudades, los altos
costes de los servicios médicos y la abundancia de plantas medicinales en las áreas rurales. María sabe que ella puede ofrecer algo a las mujeres que los doctores no pueden. ‘La madre
confía en mí porque soy de su comunidad, y he ayudado en nacimientos de bebés que ella conoce. Ponemos la casa bonita, rezamos y la familia al completo está ahí.’
Jenna Houston, miembro de Comadronas por Comadronas, lleva años trabajando con comadronas en el área de Antigua, organizando cursos de aprendizaje entre estudiantes de Europa y Estados Unidos y comadronas guatemaltecas. Según Jenna mucha gente subestima
la importancia de estas mujeres en las comunidades. ‘La mayoría (de las comadronas) son ángeles dedicadas a las madres y sus bebés. Dan lo mejor de sí mismas y hacen todo lo que pueden, a pesar de la falta de recursos.’
Dada la importancia de su trabajo y la confianza que las madres depositan en ellas, el reconocimiento de su valor y el respeto por su papel es esencial en la prevención de fallecimientos por complicaciones de parto. ‘Hay comadronas preparas y con muchos
conocimientos, así como muchas mujeres en riesgo, muchas muertes pueden evitarse,’ explica Jenna. ‘Las comadronas necesitan más apoyo del sistema público, y más capacitaciones para las que cuentan con menos recursos.’
Ofrecer más recursos y preparación a las mujeres que ya tienen conocimientos previos solo beneficia a la comunidad médica. Existen algunos programas gratis para comadronas, pero María viaja cada semana a Quetzaltenango para asistir a un curso de Codicut, una
organización que además de preprarar comadronas, las educa en derechos de la mujer. María piensa que estás la hacen sentir orgullosa por su trabajo y por ser mujer. ‘Las mujeres somos más valiosas que los hombres, aunque incluso siendo más fuertes nos menosprecian,’ me dijo con convicción. ‘Traemos vida al mundo. Somos más sabias que los hombres porque ellos no pueden hacer lo que nosotras hacemos.’
Lo que María hace es sin ninguna duda fascinante. ‘Primero, le doy a la madre té de canela para calentar y relajar su cuerpo. A continuación coloco dos botellas de agua caliente en los laterales de su estómago, para ayudar al bebé a bajar recto.’ Para aquellos acostumbrados al modelo occidental – las drogas, las máquinas y el ejército de enfermeras que van con él – los poco comunes pero efectivos métodos de María son sorprendentes. Jenna, que ha trabajado como comadrona desde 1975, está de acuerdo. ‘Las comadronas de Guatemala son valientes y están siempre dispuestas a seguir aprendiendo’ dijo Jenna. ‘Ellas son las que están realmente en primera línea, sin saber nunca lo que les espera.’
Cuando ya me despedía de María, sonrió y me dijo, ‘Si te quedas embarazada en Guatemala,
¡llámame!’
Aunque no entra en mis planes, estoy segura de que estaría en buenas manos.