Migración, una consecuencia de los huracanes.
Por EntreMundos
Los países de Centro América han sido escenario de eventos ambientales, como tormentas tropicales, terremotos, inundaciones, erupciones volcánicas, y muy frecuentemente, huracanes. Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua enfrentaron el mayor desastre del siglo XX, cuando el Huracán Mitch ingresó a Guatemala el 27 de octubre de 1998 por Puerto Barrios, Izabal, y fue catalogado por el Centro de Huracanes de Miami, Estados Unidos como uno de los más devastadores. Su paso dejó grandes consecuencias socioeconómicas afectando la vida cotidiana y la productividad, dejando viviendas seriamente dañadas y poniendo de manifiesto la vulnerabilidad de las regiones frente a las consecuencias de los desastres naturales que ha causado movimientos migratorios internos e internacionales.
Guatemala fue impactada también por la Tormenta Tropical Stan, que azotó en octubre del año 2005, dejando muertes y destrucción a su paso. Según la CONRED, se registraron 670 personas fallecidas, 844 desaparecidas, 38 mil 058 viviendas con pérdidas o dañadas, 495 mil 927 personas afectadas en todo el país, además las pérdidas en el agro, que sumaron US$388 millones. La Tormenta Stan tuvo mayor impacto y fue más devastadora que el huracán Mitch.
Los desastres naturales como el Huracán Mitch, la Tormenta Stan y recientemente el huracán Eta con categoría 4; han sido, según el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC) las tormentas más feroces que han golpeado Centroamérica en los últimos años, advirtiendo que las “inundaciones serían catastróficas”, al igual que los desbordamientos de ríos. Además, añadió que, “habría peligro de muerte” en los ciudadanos. Eta se debilitó rápidamente a tormenta tropical a principios de noviembre de 2020, sin embargo, en Guatemala las fuertes lluvias provocadas por la tormenta causaron estragos en el norte del país: la mitad de una aldea en el caserío Quejá de la región de Alta Verapaz, desapareció. Se contabilizaron 150 viviendas enterradas y al menos 100 personas fallecidas.
Estos desastres naturales han golpeado zonas rurales empobrecidas donde la infraestructura es precaria, el empleo es informal y la economía es inestable e insostenible, lo que incrementa las dificultades de la población del área rural para mejorar sus condiciones de vida. El aumento de pobreza, desempleo, y la violación de sus derechos humanos, son los principales factores de expulsión migratoria en los últimos años.
Guatemala está ubicada en un punto geoestratégico que ha permitido al resto de centroamericanos como de latinoamericanos, utilizar el territorio guatemalteco como punto focal para el tránsito de migraciones. El desplazamiento forzado continúa siendo un tema muy sensible a nivel mundial, pero que tiene que ser atendido frente a un desastre natural. Según el informe presentado por la CEPAL, la población campesina es la más afectada en sus ingresos y estos podrían emigrar fuera de la zona afectada (probablemente a México, a la costa sur de Guatemala, o a los Estados Unidos), las comunidades seriamente afectadas buscan encontrar trabajo, ante la falta de oportunidades de subsistencia o al menos el sueño de recuperar la pequeña parcela. Ante esta situación, la migración no debe ser vista como “la búsqueda del Sueño Americano” sino como “el escape de la pesadilla centroamericana”.
Sin duda alguna, los desafíos que enfrenta Guatemala por los huracanes y tormentas tropicales son complejos y requieren de esfuerzos integrales y persistentes por parte del Gobierno, de la sociedad civil y de la comunidad internacional. El gobierno no ha destinado recursos a esta situación y no ha respondido prontamente ante estos desastres, más bien los funcionarios públicos se han aprovechado ante estas situaciones de desgracias, extendiendo estados de calamidad y asumiendo préstamos de miles de millones que en su mayoría no llegan a las personas.
Las donaciones internacionales que son recibidas por el Gobierno para prevenir y aliviar los desastres naturales, (así como el gobierno mediante una iniciativa de ley pretende ferozmente controlar las donaciones hacia las ONG´s), deben ser fiscalizadas por la población y las entidades que realizan auditorías sociales para saber a dónde van realmente los fondos. Daños irreparables como las pérdidas humanas y materiales evitarán un aumento en la migración. Al final, no sólo se trata de ayuda humanitaria, sino en la resolución de problemáticas que están afectando al país, (si no, sólo hay que ver la última caravana de migrantes hondureños que puede dejar secuelas graves en Guatemala a nivel sanitario y social) situación que se está volviendo insostenible al actuar con violencia en lugar de tener un plan adecuado de respuesta.
De acuerdo a la CONRED, Guatemala es el cuarto país más vulnerable a nivel mundial ante los desastres naturales, por lo que es necesario que los Organismo de las Naciones Unidas para la Migración, el Ministerio de Relaciones Exteriores (MINEX), la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED) y la Dirección General de Migración (DGM), sigan implementando planes de trabajo para fortalecer la respuesta a la migración ocurrida luego de los desastres naturales. Las entidades públicas deben priorizar programas e iniciativas que trabajen por la protección hacia el migrante, proyectos como albergues temporales que son utilizados por las personas desplazadas, y personas prestando servicios como apoyo legal y psicosocial, sobre todo espacios acogedores para los niños y niñas en zonas estratégicas del país migratorio.
Imagen de portada: Wikimedia commons