Laa’in aj q’eqchi’ naqatzeka li qe (Soy q’eqchi’ y consumo local)
POR MAÍZ DE VIDA
Creemos que la economía son personas, somos nosotras y nosotros, todos esos conocimientos y prácticas que han permitido a nuestros padres, abuelos y abuelas sobrevivir, alimentarse, curarse, sobrevivir y empujar adelante la vida y el bienestar en nuestras comunidades.
El pueblo q’eqchi’ es uno de los más numerosos y de más relevancia cultural, histórica y política en Abya Yala. Su territorio lo ocupan más de 30 mil kms2, y es habitado por un aproximado de más de dos millones de personas que conforman la Nación q’eqchi’. Cómo aj’ral’choch (hijos e hijas de la tierra), la espiritualidad está íntimamente relacionada con la madre tierra. Para los q’eqchi’es los cerros, los valles, los ríos, los bosques y todos los seres que hacen parte del territorio, tienen una relevancia especial y dan cuerpo y forma material y espiritual a la red de la vida.
La vida del pueblo q’eqchi’, depende de la amplia diversidad de la madre tierra. Con ella ha convivido ancestralmente, beneficiándose de la abundancia y riqueza de los elementos naturales en el territorio, sobre todo el agua, la tierra y la diversidad de especies vegetales y animales nativos de la zona. Todo este ecosistema y las relaciones que las personas tienen con él, hacen único al pueblo y lo caracterizan en su alimentación, indumentaria, medios de vida y conocimientos.
La tradición alimentaria del pueblo q’eqchi’ es quizás donde más se evidencia la diversidad de conocimientos sobre producción, transformación y consumo; están inmersos en valores y dinámicas comunitarias. Estas prácticas logran sostener la vida colectiva sin transformar ni alterar el entorno natural. La gente acostumbra integrar en el traspatio de su casa la diversidad de cultivos, en su mayoría nativos, abarcando diferentes estratos; en el estrato más bajo podemos encontrar especies como el chile, el calá, el café, la pimienta, el cardamomo, el banano, el plátano, la yuca, seguido por frutales, manzana, ciruela, cítricos, achiote, guanaba, melocotón, papaya y en el estrato más alto chicozapote, ramón y caoba.
El maíz también tiene un rol fundamental y se siembra tradicionalmente bajo el sistema milpa (maíz, frijol, calabaza). Es muy normal que haya animales de traspatio que andan por ahí sueltos, y se alimentan de la diversidad de plantas, insectos, lombrices y animales que hay en el huerto, compartiendo con las familias y la comunidad. Estos animales también son parte de la red de la vida, estableciendo relaciones milenarias con las familias, como es el caso de las abejas nativas, chuntos, gallinas, cerdos, pescados, caracoles y otras especies.
Agradecen el ciclo de la vida
En el proceso de cuidado, cosecha y recolección de estos alimentos históricamente participa toda la comunidad: niños, niñas, juventudes, padres y madres de familia. Los hábitos de alimentación son estacionales, y los ciclos de producción perfectamente arraigados, son resultado de cientos de años de observación de los astros, la naturaleza y conteo de tiempo. A partir de esto se han definido fechas emblemáticas que marcan el calendario y llaman a las familias a ofrendar a la madre tierra, en agradecimiento por su generosidad y abundancia.
En este proceso, el rol de las juventudes se ha vuelto emblemático en la búsqueda por preservar los conocimientos y las dinámicas que dan vida a las economías comunitarias en el territorio. Hoy perciben el deterioro de sus medios de vida, y están en una encrucijada que les obliga a defender el territorio, los conocimientos y las relaciones bio-sociales o bien, migrar principalmente al norte, forzados a dejar de lado el legado de abuelos y abuelas, en búsqueda de nuevas formas de vida.
Conocimientos ancestrales
En la actualidad, la economía local y las prácticas y conocimientos de los abuelos y abuelas están en riesgo. Estamos siendo invadidos por productos sin valor nutricional, cultural y beneficios para nuestra salud, que vienen de territorios lejanos y que lejos de enriquecer nuestra vida, nos empobrecen y se llevan nuestros recursos. Para apoyar a promover el consumo local la Asociación Maíz de Vida y el consorcio de organizaciones Camino verde, lanzaron la campaña Laa’in aj Q’eqchi’ Naqatzeka Li Qe, Soy Q’eqchi’ y consumo lo nuestro, un llamado al pueblo a apostar por la propia economía, una economía más verde, más local, más autónoma y más saludable.
La campaña Laa’in aj q’eqchi’ naqatzeka li qe, estuvo al aire durante mes y medio en el territorio norte del país, se realizaron activaciones en los mercados de Cobán, Chisec, Chamelco, Carchá y Lanquín en Alta Verapaz, con rifas, concursos, licuados ecológicos con bicilicuadoras, programas de radio, publicaciones en redes sociales, intervenciones en las calles a través de mupis, intervenciones en tuc tucs y otros medios locales.
Además, se entrevistaron a diferentes iniciativas de productoras y productores locales de miel de abejas meliponas y apis melifera, tejedoras, productores de cacao, comadronas, cocineras de platillos gastronómicos locales, como el bachá y el kak’ iq, agricultores, crianza de aves, entre otras.
Agradecemos que nos ayuden a compartir esta iniciativa de consumo local y que se esparza un mensaje de orgullo y defensa de la producción y consumo local a todos los rincones del territorio guatemalteco y del mundo.
Nuestro compromiso
Maíz de vida; es una asociación multi-territorial que busca aportar a la regeneración de la red de la vida, con particular énfasis en el agua, la tierra, la riqueza cultural y los saberes de los pueblos originarios.
Nuestro trabajo se centra en promover acciones que aporten a revertir la crisis climática que atraviesa el planeta, para ello proponemos contribuir a la regeneración de los saberes, las prácticas y los conocimientos de los pueblos originarios como base fundamental para pensar soluciones políticas, económicas, tecnológicas y ambientales.
Creemos en la importancia de aportar a sostener la esperanza, la convicción en que será mejor la vida que vendrá, si logramos atomizar el racismo, los malos gobiernos y las desigualdades que sostienen el extractivismo como política de Estado. Queremos contar una historia de resistencia, abundancia y bienestar conectada a la fuerza de la madre tierra.
Trabajamos junto a comunidades, autoridades locales y ancestrales, artistas, activistas, defensoras y defensores del territorio, guías espirituales, mujeres, juventudes organizadas y territorios en resistencia, en el desarrollo de actividades que aporten a fortalecer los vínculos que existen entre identidad y territorio. El cuidado del agua, de los bosques, de los ríos y afluentes, de la tierra está directamente ligado a las vidas de personas que espiritual, afectiva y materialmente están conectadas con el territorio. “Las vidas de las personas están integradas directamente al territorio”. Creemos que es urgente aportar a regenerar los conocimientos que históricamente han permitido estas relaciones armoniosas entre vida natural y vida humana.
Camino verde
En respuesta a la severidad de la desigualdad, la discriminación y la exclusión de las mujeres y jóvenes indígenas en el departamento de Alta Verapaz, se ejecuta el proyecto Empoderamiento económico de las mujeres y jóvenes Q’eqchi’ en Alta Verapaz, Camino Verde, financiado por Asuntos Mundiales de Canadá, administrado por OXFAM, en consorcio con cinco organizaciones: Asociación Pro Bienestar En Acción Sahaq Aach’ool Nimla K’aleb’aal APROBASANK, Asociación Nuevo Horizonte ANH, Articulación de mujeres tejiendo fuerzas para el Buen Vivir ASOMTEVI, Asociación Maíz de Vida y el Centro de Investigación, Capacitación y Apoyo a la Mujer CICAM.
El proyecto fortalece la implementación y prácticas de modelos de negocio innovadores, limpios y sustentables desarrollados por pequeñas empresas dirigidas e impulsadas por mujeres jóvenes y hombres jóvenes indígenas, fortaleciendo sus capacidades, acceso a recursos y vínculos a mercados. También desarrolla un entorno propicio dentro del cual dichas empresas puedan crecer y prosperar, aumentando la participación social, económica y política de una amplia gama de sectores en torno a temas de los derechos, la participación y el liderazgo de mujeres y jóvenes indígenas, particularmente en lo relevante al empoderamiento económico, la justicia social y la prevención de la violencia de género.