El futuro del arrecife de Corona Caimán: entre conservación y desarrollo sostenible
Por Fabio Cresto Aleína
El arrecife de Corona Caimán fue descubierto en el 2014, y está siendo estudiado gracias al trabajo de Ana Giró de Healthy Reefs Initiative y de Ángela Mojica de Pixan’Ja. Es un sistema arrecifal extraordinario, ubicado entre Guatemala y Belice. Desde el 2020, (gracias también a los esfuerzos de Ana y Ángela y de sus colegas), en Guatemala hay una veda de tiempo y espacio de 10 años para la pesca en el área. Esta medida es absolutamente necesaria para conservar este ecosistema tan amenazado por el cambio climático y por la pesca excesiva. «En el monitoreo que hemos hecho los números de peces de especies comerciales ya están muy bajos en el arrecife de Corona Caimán. El nivel de la salud de los corales es muy bueno, afortunadamente, pero en términos de peces, el nivel de ejemplares nos dice que ya vemos una situación de sobrepesca en la región» dice Ana Giró de Healthy Reefs Initiatives.
En el 2019 MARFUND financió un estudio para determinar el uso del arrecife por los pescadores. Se evidenció que no hay pesca industrial como en el Pacífico, pero hay abundancia de pesquería artesanal. «La pesca artesanal es un tipo de pesca diferente de la pesca de subsistencia y puede ser bastante grande y causar sobrepesca en muchas áreas» clarifica Ángela Mojica. No obstante, los estudios muestran que probablemente la región nunca fue un área muy importante para los pescadores (por su distancia desde la costa y por la dificultad de llegar al sitio que no está protegido del viento) y que el ecosistema sufrió mucho la presión humana debida a la sobrepesca. Los pescadores guatemaltecos no eran los únicos usuarios de la pesca en el área. La población de Belice y, sobre todo, de Honduras, también se beneficiaban del arrecife como área de pesca. La transformación de esta joya bajo amenaza en un área de no-pesca, afecta claramente a los pescadores comunitarios, especialmente de las áreas del Quetzalito y de San Francisco del Mar en Guatemala.
«Nosotras como científicas proporcionamos toda la información científica al gobierno para la toma de decisiones. No somos las responsables de la comunicación de las decisiones gubernamentales a las comunidades, esto tienen que hacerlo las instituciones». Ana Giró reconoce que la comunicación sobre la veda de pesca en el área fue muy poco participativa: no se realizó ninguna consulta con las comunidades antes de prohibir la pesca en el área, ni tampoco se logró proponer potenciales alternativos económicas.
«Es un problema muy complejo. De todos modos, para mi es imposible hablar de desarrollo sostenible sin hablar de conservación. No importa si estamos hablando del arrecife o de ecosistemas en el polo norte o de bosques tropicales» explica Ángela Mojica. Según la investigadora, una cosa no existe sin la otra y hay muchos factores desde el punto de vista ambiental, político y económico a tomar en cuenta. Un tema clave, en la pesca en Guatemala, es la falta de gobernanza. «Eso no implica tener policía por todas partes, sino tener una mejor comprensión de los recursos, mejores leyes, mejores guías que nos permitan hacer un mejor uso de los recursos y un mejor monitoreo». Según Ángela, es necesario promover al mismo tiempo una mejor educación para un cambio de comportamiento a todos los niveles, desde los comunitarios hasta los más altos niveles políticos.
Para promover la conservación de las áreas es fundamental promover mercados más justos a los cuales las poblaciones que normalmente utilizan las áreas ahora bajo régimen de conservación puedan acceder. «Es necesario ver qué oportunidades existen para ellos, para que si se dedican a pescar, puedan hacerlo de la mejor manera y con reglas justas». Pero en Guatemala todavía no existe una reglamentación sobre las licencias de pesca. «Es un tema muy relegado, no existen licencias al día de hoy; no es posible que una persona pescadora pueda identificarse y dignificar su profesión o pedir un préstamo en el banco diciendo que es pescador». Eso es un problema global, en el mar se presencia a menudo la «tragedia de los comunes», ya que es un recurso de todos y al mismo tiempo no es de nadie, entonces se sobreexplotan sus productos pensando más en los intereses y necesidades personales. Como investigadoras, Ana y Ángela piden una legislación más integral y más igualitaria para proteger los recursos marinos de la región. «A largo plazo si se cumple la regulación que ahora existe en Corona Caimán y realmente no se pesca en el área por 10 años, esperamos la recuperación de los peces amenazados, y con esos la recuperación entera del ecosistema».
Como sugieren las dos investigadoras, el problema es muy complejo y abarca varios niveles, desde la falta de una política participativa que involucre las comunidades en la conservación, hasta conflictos territoriales entre Guatemala y Belice sobre las aguas fronterizas y hasta reconocer la problemática internacional, como la pesca ilegal transnacional. En todo este panorama se superpone el cambio climático y con eso la crítica amenaza de corales que el calentamiento de los océanos y la acidificación que está causando a los arrecifes. Para monitorear estos impactos, Healthy Reefs Initiative, PIxan’Ja, FUNDAECO, CONAP y otras organizaciones trabajan duramente en el estudio de las variaciones de acidez y de temperatura en el sitio.
Recientemente, el proyecto Cayman Extreme, financiado por la Sustainable Ocean Alliance a través de la Ocean Solution Microgrant en 2020 y de la Ocean Leadership Microgrant en 2021, está estudiando los potenciales impactos de eventos meteorológicos y climáticos extremos de forma paralela en este ecosistema extremadamente vulnerable. El objetivo del proyecto es conectar los esfuerzos de monitoreo de los investigadores y de las investigadoras con potenciales amenazas a largo plazo para los corales y las otras especies del área. A través de este estudio, será posible elaborar medidas de adaptación potencialmente más eficaces para la conservación del arrecife, idealmente en conjunto con las comunidades que se benefician de los recursos de la pesca.
El mayor involucramiento de las comunidades es fundamental para la conservación de Corona Caimán. Solamente si las mismas comunidades no ven los esfuerzos de conservación como políticas impuestas desde arriba sino como medidas compartidas de adaptación al cambio climático y de desarrollo para mejores medios de vida, se puede lograr una verdadera sostenibilidad en la conservación del medio ambiente. Eso implica procesos seguramente largos y complejos, a través de talleres participativos y de apertura de espacios de diálogos entre comunidades, científicos, instituciones de gobierno y ONG’s que trabajan en la región. »
¿Debería haber una conversación entre personas que hacen diferentes actividades en el mismo área? ¿Cómo compartimos el espacio de manera que uno no genere daño a otro? ¿Y cómo podemos conservar la naturaleza y sus recursos viviendo de y con ellos, a largo plazo? Esas son preguntas a las cuales Ángela Mojica y su colega Ana Giró quieren contestar y aportar con sus estudios. Solamente con la integración de la información científica en una reforma estructural del sistema económico basado en la pesca de la región, se podrá lograr la conservación sostenible y justa para todos los beneficiarios y todas las beneficiarias de esta extraordinaria joya guatemalteca escondida que es el arrecife de Corona Caimán.
*Este artículo fue realizado con el apoyo de la Sustainable Ocean Alliance y el programa Ocean Leadership Microgrant.