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Retos de gestión colectiva en el turismo Comunitario de Guatemala

POR DORIS EUGENIA MARTÍNEZ MELGAR

en Guatemala alrededor del 2005 cuando el Estado se abre a diálogos permanentes con pueblos indígenas desde la administración pública, incluidos temas de manejo de recursos naturales. En ese contexto, el turismo comunitario surge como una alternativa económica viable para conservar dichos recursos, generando ingresos en comunidades rurales y empobrecidas. Aunque no existen registros ni datos oficiales que ayuden al análisis de impacto de estos emprendimientos, en mi criterio como experta acompañando este proceso intenta dejar testimonio de las luchas, las dificultades y los aciertos de algunos emprendimientos icónicos del turismo comunitario en el país.

La Teoría del Gobierno de los Comunes de la Premio Nobel 2013, Elinor Ostrom, brinda un marco teórico muy a propósito para este análisis, ya que el turismo comunitario se realiza a través de procesos de gestión colectiva de recursos comunes, como lo son los patrimonios natural y cultural que constituyen los principales atractivos de las comunidades indígenas y campesinas que ha apostado por esta actividad productiva.

Las reflexiones personales basadas en este marco de análisis institucional pretenden concluir en acciones puntuales que deben ser implementadas por el Estado de Guatemala y la cooperación internacional acompañante, para que el turismo comunitario sea realmente una herramienta de desarrollo rural integral.

A lo largo de 18 años, he sido testigo de las duras pruebas y los grandes éxitos que con esfuerzo han superado y obtenido las comunidades rurales en torno al turismo comunitario en Guatemala. Esta experiencia directa enmarcada en el análisis institucional del Gobierno de los Comunes (Ostrom, 1990), pretende brindar recomendaciones para la intervención de los actores externos (Estado y cooperación internacional) que tienen en sus manos apoyar y fortalecer estos procesos. La tesis es que el turismo comunitario es la forma más efectiva de aportar al desarrollo rural sostenible en Guatemala, ya que para ello se requiere llenar las brechas socioeconómicas que aún separan a los pueblos indígenas y comunidades rurales de estas realidad; requiere del respeto y fortalecimiento de las instituciones locales y ancestrales de manejo de recursos comunes (bosques, agua, paisaje, cultura) y permite y facilita la conservación de los recursos comunes, naturales y culturales que se constituyen en los principales atractivos turísticos del país.

El turismo en Guatemala

El turismo comunitario en Guatemala se encuentra muy relacionado a los segmentos de turismo cultural, de naturaleza y aventura, en continuo crecimiento en el país antes del cese de actividades por la pandemia de Covid-19. De hecho, Guatemala se posiciona a nivel mundial en el segmento de turismo cultural y arqueológico. Los ingresos por turismo a Guatemala en el 2022 fueron de US$ 8.56 millones. Es decir, 88.2% más que en enero de 2021, cuando ingresaron US$ 4.55 millones. Antes del estallido de la pandemia de Covid-19, las ventas representaban 1.23 millardos de dólares, el 1,6% del producto nacional bruto. Se calcula que cada visitante gastó una media de 479 dólares en sus vacaciones en Guatemala en 2022 (INGUAT 2023).

A pesar de los buenos números que se leen en las estadísticas del INGUAT sobre la importancia de los ingresos turísticos en el país, llama la atención cómo los principales destinos se encuentran en municipios con porcentajes elevados de pobreza, como Antigua Guatemala con un porcentaje del 33%, Semuc Champey, San Agustín Lanquín, Alta Verapaz con el 89%, Panajachel, Sololá con el 36%, y Flores, Petén con el 84%, citando algunos ejemplos.
Esta realidad evidencia la necesidad de una planificación estratégica del turismo en términos territoriales–regionales que permita la participación de sectores sociales tradicionalmente excluidos de los beneficios económicos del turismo, entre ellos, las comunidades anfitrionas. Éstas, más que ser sólo los meseros, camareras, vendedores de artesanías o mendicantes en los principales destinos turísticos del país, merecen ser los beneficiarios directos de la puesta en valor de sus patrimonios naturales y culturales que constituyen los principales atractivos del país. El turismo comunitario puede ser la vía para lograrlo.

A pesar de la importancia que pueda tener el turismo comunitario para lograr impactos positivos reales (económicos, sociales y ambientales) en el área rural, no se cuenta con estadísticas desagregadas para ese sector. No sabemos cuánto del ingreso global por turismo representan los segmentos de turismo de naturaleza, aventura, cultural o comunitario. Se carecen de datos públicos y sistemáticos que nos ayuden a llegar a ese cálculo. Tampoco se cuenta con un concepto nacional, oficializado por INGUAT de lo que se entenderá en Guatemala como turismo comunitario, ni se guarda registro ni localización de los emprendimientos de turismo comunitario existentes o cuáles son sus ofertas turísticas específicas. De hecho, existe un debate aún en curso en América Latina sobre el concepto de Turismo Comunitario. Enrique Cabanilla (2018), hace una muy buena revisión de los conceptos que se han planteado desde 1980 a la fecha, indicando al final, más que un concepto, una serie de condiciones que debe incluir el turismo sostenible para llamarse comunitario. Éstas son: 1) Modelo económico de base local. 2) Puede ocurrir tanto en comunidades de etnias ancestrales como en comunidades que no lo son. 3) Destaca el territorio comunitario como elemento trascendental de la actividad turística. 4) Estos territorios pueden ubicarse en zonas rurales muy remotas o en ámbitos peri-urbanos. 5) El principal atractivo es la relación entre la cultura y la naturaleza y la relación entre el visitante y la comunidad anfitriona. 6) Enfatiza el grado de control que la comunidad tiene en la planeación, manejo y aceptación de la actividad turística. 7) Se puede brindar una multitud de servicios turísticos. 8) No hay restricciones al tipo de inversión que puede ser comunitaria, mixta o privada, siempre que se respete el tema de distribución de beneficios comunitarios. 9) Íntimamente ligado al concepto de turismo sostenible y sus tres ámbitos de acción. 10) No busca lucro sino impactos positivos en la comunidad, tanto económicos, como en términos de conservación ambiental, así como impactos sociales positivos.

A falta de una mejor conceptualización de turismo comunitario, me atrevo a proponer que el turismo comunitario en Guatemala debe ser una forma de turismo sostenible planificada, gestionada, implementada, monitoreada y aceptada por la misma comunidad anfitriona, la cual distribuye las ganancias económicas y los beneficios sociales y ambientales del turismo de forma equitativa entre todos sus miembros. Esta gestión y planificación turística del territorio comunitario es posible gracias a una organización social respaldada por una serie de normas de gestión colectiva a través de la cuales se apropian y mantienen los recursos patrimoniales comunes que constituyen los principales atractivos turísticos.

En la práctica sí existen tour operadores nacionales y extranjeros que ofrecen destinos de turismo comunitario, especialmente en Petén, en la cuenca del Lago de Atitlán y en la región Caribe Verde de INGUAT (Verapaces e Izabal). Aunque algunos de estos empresarios sí respetan la organización local y velan por la distribución de beneficios a las comunidades locales, el mercadeo, la visitación y los dividendos hacia las poblaciones locales es aún incipiente.

Doris Eugenia Martínez Melga, licenciada en Ecoturismo de la Universidad del Valle de Guatemala y catedrática en la Maestría en Turismo Sostenible de la misma universidad. Doctora y Master en Geografía, Universidad de Salamanca.