Pecado Nefando: Un tesoro literario guatemalteco aún por descubrir
Pecado Nefando (2006), obra del autor guatemalteco Mario R. Loarca Pineda, es algo especial: un libro honesto y original. Es casi desconocido a pesar de tratarse de un tesoro literario porque no fue escrito para ser “popular”, sino para describir la complicada vida interior de una persona consciente, de un sujeto pensante en tiempos convulsos, tan honesto como era posible, con toda su ambigüedad.
Reúne todo lo que un libro autobiográfico de superventas debería tener. Una sexualidad que lucha contra la represión. Los recuerdos traumáticos provocados por la virulencia de los conflictos en América Central que sacudieron a la Compañía de Jesús. Un relato valiente de abusos sexuales dentro de una comunidad religiosa. Un tema hábilmente tejido sobre la lucha por la libertad intelectual, dentro de una cultura que establece que la auténtica libertad proviene de la mortificación en vez de la justificación; que obliga a admitir que una verdad ajena – religiosa o revolucionaria – está por encima de la verdad o autenticidad de uno mismo.
Para conseguir gratis una copia electrónica de Pecado Nefando, contacte al autor en kabrakan@hotmail.com o mande un mensaje de Facebook a Revista EntreMundos.
Se trata, ante todo, de una historia en derredor de la mente moderna, que lucha por dar sentido a conflictos, contradicciones e ideas de todo el mundo.
Loarca no duda en sacar a flote la confusión. Pecado Nefando hace recordar a Si una noche de invierno un viajero de Calvino o Slaughterhouse V de Kurt Vonnegut, porque no se limita a la estructura simplista de “problema – conflicto – resolución” a la que estamos acostumbrados y que no tiene nada que ver con la vida real. Es por esta razón que el libro consigue expresar lo que significa ser un sujeto pensante en medio de una agitación moral e intelectual, luchando con el pasado, el presente y el futuro.
Como el autor dijo a EntreMundos, “quizás no se trate tanto de entender el libro, sino de dejarse envolver por el texto, sumergiéndose como si fuera un viaje a través de la memoria.”
El autor salta a través del espacio y el tiempo, por momentos en la España del Caudillo Francisco Franco, admirándola; por otros en la Ciudad de México enterándose de las muertes de aquellos que luchaban contra las tiranías; así como en Budapest durante un sueño que lo puso en un refugio de bombardeos. Esto da vida a otro tema del libro: hay diferentes lugares, personas y memorias que despiertan ciertas partes de nosotros mismos y que matan a otras.
Como en las mejores novelas, Pecado Nefando está lleno de ideas que desafían al lector, pero que también se desafían entre ellas. Sus contradicciones nunca se resuelven. La insistencia del libro acerca de la ambigüedad y de la incertidumbre lo hace valiente en una forma que no estamos acostumbrados a afrontar.
Otro tema medular es la desilusión. La transformación intelectual, moral y emocional de un cándido novicio en un desilusionado exmiembro de la Compañía está envuelto en citas del pensamiento teológico-moral jesuítico.
Dicho pensamiento encuadra las primeras luchas del joven protagonista por definir la libertad significativa. Loarca hábilmente logra articular la idea de la libertad que supuestamente subyace en la renuncia a las tentaciones:
“Es una gracia darse cuenta de ello, de la realidad personal de fragilidad. La actitud debe ser de paz, de docilidad, para que Él construya en mí con total libertad.”
“La oración del jesuita debe ser feliz, haciendo la salvedad de que Dios nos enviará pruebas. Se trata de gustar de Dios internamente, no de actuar por temor ante Él, nuestro padre. La oración del jesuita es la oración de un hombre mortificado.”
Cita memorablemente algunos pasajes del libro de los “Ejercicios Espirituales” escrito por Iñigo López de Loyola, nombre original de San Ignacio, el padre fundador de la Compañia.
“(Del sermón satánico): tienten la codicia y riquezas para que vengan a vanagloriar y luego a soberbia, que el primer escalón sea la riqueza.”
Gradualmente, Loarca explica su distanciamiento de la orden. “El maligno nos ofrece: codicia de riquezas, vano honor del mundo, soberbia: el apetito desordenado por la propia excelencia, tentación muy común entre los religiosos de nuestra amada Compañía.”
Recoge las palabras de otros que también abandonaron la orden, dando voz a las dudas que crecían en su interior.
Camilo, antiguo niño cantor: “La SJ [Societatis Iesu] no podrá democratizarse nunca, porque pesan demasiado la santa obediencia, el monolitismo y la intolerancia de los superiores.”
Josetxu, que había recorrido la Europa del este en bicicleta dice, “Los jesuitas viven montados encima de una nube. Están en un andamio. No saben lo que es el desempleo, lo que es estar sin casa, sin dinero, sin trabajo. Son tíos que viven en una permanente idealización, sin haber probado nunca las experiencias de la gente común.”
Otro conflicto central en el relato son las guerras civiles que asolaban Centroamérica en los años 70 y 80, enfrentando a militares, oligarcas y dictadores por un lado, contra reformistas, activistas y movimientos guerrilleros por el otro.
Con este trasfondo, el viaje espiritual de Loarca continua. Muchos religiosos eligen apoyar a las masas pobres, a los activistas y en varios casos a la guerrilla. Se convierten en blancos de asesinato. Loarca, como muchos de su generación, tendrá que sufrir la muerte de amigos secuestrados, desaparecidos, acribillados, o quemados vivos por el napalm – la infame bomba incendiaria de los Estados Unidos.
El protagonista de Pecado Nefando lucha con lo que significa una opción radical. Cita a Fernando Hoyos, un jesuita español que luchó y murió con el Ejército Guerrillero de los Pobres, el EGP. “Luchamos por todos los pobres de Guatemala, para acabar con la explotación y la represión que hoy existe, para que algún día llegue la igualdad y la justicia.”
“Mi vida está aquí hasta el final, junto a este pueblo que es el mío. Me siento feliz de haber dado este paso, pues es la mejor manera de entregar la vida por la causa por la que siempre he luchado… no es mi vida ni mi destino personal el que me preocupa, sino el destino y el futuro del pueblo.”
Así explica el protagonista su papel en el movimiento de liberación teológica y de reformas sociales:
“Según el evangelio liberador divulgado por la llamada Santísima Trinidad, los campesinos e indígenas encarnaban al pueblo elegido por Dios para hacer una revolución cuya vanguardia armada demandaba solidaridad a los cristianos… Nosotros, los escogidos para integrar la célula que J.P. conducía, fuimos parte de una extensa red de apoyo que actuó inspirada por la consigna: ‘cabeza clara, corazón solidario, puño combatiente.'»
Pero Loarca también experimenta las trágicas consecuencias de tal dedicación. Cuando un impredecible compañero jesuita que había sido secuestrado aparezca repentinamente por la televisión guatemalteca confesando sus “crímenes”, la repercusión sería aterradora.
En su posterior trabajo humanitario, Loarca se va a encontrar con jóvenes universitarios llegados de Guatemala a quienes el jesuita reaparecido había animado a colaborar con las guerrillas. “De ellos escuchaste vívidos relatos de persecuciones y desapariciones, de torturas atroces. Te mirabas en un espejo reconociendo tu propia confusión.”
Se vuelve “harto del dirigismo y la manipulación de las conciencias, de tanta secretividad y paranoia. No podía ya tolerar el mesianismo histórico-concreto ni una presunta radicalidad en favor del pueblo elegido.
Toda información compartida al interior de la célula pasaba a ser discriminada y clasificada por la secta revolucionaria.
De este modo, la tradición inquisitorial del catolicismo se mezclaba con métodos estalinianos: la delación, el espionaje, la condena a los herejes, los anatemas, las excomuniones y los exilios siberianos.”
El tema de la manipulación está trazado con destreza a lo largo del libro: la manipulación de las masas por las dictaduras y los revolucionarios, el clero en el plano espiritual y las autoridades religiosas con su moral dogmática.
En palabras de Rodrigo personaje de Pecado Nefando, que provenía de una familia de mineros asturianos y se declaraba admirador de La Pasionaria (Dolores Ibárruri), además de simpatizante del Partido Comunista Español (PCE):
“¿Pero quién no nos ha manipulado, acaso el P. Maestro no lo hizo también? Cada superior tiene su estilo y eso es lo que marca la diferencia. Por naturaleza, por deformación, todos los jesuitas propenden a manipular. Y eso es lo peor que puede pasar a uno: darle cuenta de conciencia a un cura, que es otro, distinto de ti y que te indica cómo debes actuar en tu propia vida. ¿Qué puede saber él de cómo tratar a tu mujer, de cómo educar a tu hija? ¡Nada, joder, nada!”
La experiencia de manipulación culmina con una perturbadora descripción de cómo un depredador sexual abusaba de su posición y liderazgo dentro de la orden.
“Al exponernos en la cuenta de conciencia nos arrinconaba con preguntas capciosas que sobrevaloraban la sexualidad y el erotismo. Mientras inquiría, le brillaban sus ojillos de serpiente y chupaba su pipa con fruición…”
Loarca no disfraza su enfado. “Guardo memoria de la figura repulsiva de aquel prepósito sicalíptico con piernas de rana, piel blancuzca y ojillos escrutadores. Era endeble y contraecho, tenía una barba rala de micoleón y hablaba en una tonadita de chapín capitalino y amamplorado, con abundantes diminutivos y falsas frases de cortesía.”
Un compañero de aquel tiempo, transmutado en ejecutivo de una fundación empresarial salvadoreña le revelaba al autor: “siempre había pensado que yo era la única persona a quien dicho sujeto le parecía inauténtico e insufrible. Me siento sumamente complacido de haber encontrado alguien a quien le resulta aún más detestable”.
Por si todo lo expuesto no bastare, el protagonista también afronta su homosexualidad reprimida, contándola de modo sincero, directo y compasivo. La tensión entre una sexualidad latente y su irrefrenable ansiedad por reprimirla no se resolverá del todo.
Según el protagonista cuando abandona una audiencia disciplinaria, “todavía quise rematar: ¿A quién podemos ofender si dicen que Dios bendice a los que se aman?»
Mucho antes, Loarca ha citado a San Agustín: “Ama y haz lo que quieras”, cuando retrata a su entrañable amistad particular al que designa con su sobrenombre: El Potrillo Célibe.
Pero nada en la vida es tan simple y aunque muy a menudo nos lo repitan, Loarca lo niega. Insistiendo, “La vida no es sólo para hombres y mujeres seguros. No, la vida también es para los que vacilamos.”
Pecado Nefando no ofrece certeza ni consuelo al lector, por el contrario, apuesta a que la duda es quizás más esencial en la vida moderna que la seguridad. El libro es un retrato brillante y hosco, pero también compasivo de la lucha moral e intelectual en una época tan convulsa como la nuestra.
Por Richard Brown – Editor, EntreMundos. Traducido por Patricia Macías – Editora, EntreMundos.
Guatemalteco (1956), especializado en el campo de los estudios latinoamericanos con énfasis en temas de América Central. Tiene formación previa en filosofía y en psicología social.
En México, ha trabajado en programas orientados a la educación intercultural, las migraciones y el análisis periodístico. Vivió algunos años en Viena, donde colaboró con el Instituto Austríaco para América Latina en calidad de investigador bibliográfico y conferenciante.
Se ha desempeñado como docente universitario en Guatemala y fue miembro del equipo de guionistas de La Heredera, primera radionovela histórica nacional.
Ha sido consultor independiente para programas de desarrollo social. Sus artículos y ensayos han sido publicados en anuarios y revistas de Polonia, Suiza, Austria, Italia, Costa Rica, México y Guatemala.
Ha publicado el libro Pecado Nefando (2006) y tiene en preparación un par de nuevos títulos.
Desde tiempo atrás prefiere definirse como intelectual desprofesionalizado que aspira a convertirse en escritor.